Porque el gran Gustavo Adolfo Bécquer siempre tiene algo con lo que identificarme.
Al menos no es eso de "Mi vida es un erial..." (al menos hoy no).
Y es que las cosas en apariencia dulces pueden amargarte un verdadero postre.
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mis labios una frase de perdón;
habló el orgullo y se engugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino El(la) por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: "¿Por qué callé aquel día?"
Y el(la) dirá: "¿Por qué no lloré yo?"
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y a mis labios una frase de perdón;
habló el orgullo y se engugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino El(la) por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: "¿Por qué callé aquel día?"
Y el(la) dirá: "¿Por qué no lloré yo?"
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